19 de Septiembre 2017
“El miedo también se respira”
El despojo de la naturaleza se apoderó de todos los mexicanos, los cercanos y los lejanos. El miedo se hizo presente, se guardó como si el tiempo no existiera, el terremoto nos hizo temblar, temblar no es de cobardes, las murallas se cayeron con la esperanza de volver a vivir.
La presteza de este movimiento nos hizo negarlo todo, ¡no puede ser¡ ¡ esto no está pasando¡ pero la caída era real, el miedo y las lágrimas eran reales. En esta ocasión como humanos, como mexicanos, no pudimos culpar a nadie, no hubo a quien odiar para sentir menos, el llanto solo se dirigía al centro de la tierra.
No hay lógica, ¿Por qué 32 años después?, ¿Por qué el mismo día?, la madre tierra nos habló y nos gritó, nos quitamos los oídos para solo escuchar el pasado, solo para recordar el presente y lamentar el futuro.
La tragedia nos unió en fraternidad, la esperanza vacía de encontrar a un niño o a un padre que aún llora la esperanza, nos unió el inmenso dolor de saber que la vida puede terminar en cualquier momento, en el lamento de haber salido de una casa que ya no existe y de no habernos despedido del ser amado.
Como si el mundo no fuera lo suficientemente atroz, el 19 de septiembre en simples segundos la tierra nos volvió a decir que nos somos nada, que hemos dejado la esencia de vivir por la impericia de sobrevivir. La esperanza se vio en los ojos y en el olfato de aquel ser que tantas veces hemos abandonado, la esperanza se fortaleció con las manos de todos y de todos los rincones.
El dolor tuvo que ceder, fue desplazado momentáneamente por el esfuerzo y la solidaridad, pero habrá más lágrimas, muchos voltearan al sol de septentrión y gritarán ¿por qué? y en la noche fría donde ya no hay muros de protección, habrá lágrimas en silencio, pero ahí mismo es donde la fuerza de todos construirán paredes de amor y esperanza presente.
¿Cómo alcanzar el cielo? si estamos quitando escombros, ¿cómo volver a creer? si todo a nuestro alrededor es cárdeno y gris, ¿cómo volver a llorar? si ya no quedan lágrimas.
“Por un momento la conciencia pareció, parece despierta”
Volvimos a creer en esa fuerza primera, en esa causa mayor, la creencia es más fuerte que el dolor, de otro modo moriríamos de dolor y algo tenemos que saber, y tenemos que saberlo muy bien y es que tendremos que seguir adelante.
“No hay tiempo ni mayor dolor para lo que no hicimos”
Existirá el deseo de empezar otra vez y hacerlo de nuevo, nos arrancaron las murallas que nos protegían, volvimos a sentir el miedo y la agonía, es momento de tomar aliento y quitar los cerrojos, es momento, es momento.
Sin culpas, sin atavíos, sin egos, sin rencores, sin envidia, sin maldecir la dicha de vivir, con las fuerzas que tengamos, volvamos a creer, volvamos a dar sueños y esperanza a los huérfanos, a los desposeídos, a los que ya no pueden más, es momento de abrazar al miedo y también arrancarlo y recordar que hombro a hombro y mano a mano estaremos mejor, que nos levantaremos y que resurgiremos como el ave fénix, con tolerancia y perseverancia, construyamos un castillo a la virtud, así nadie lo podrá derribar.